11 | 01 | 2021 _ por Fabián Escudero
El productor canadiense habló en exclusiva con LEROCK Magazine sobre los orígenes del emblemático sello de música vanguardista fundado en 1997 en Montreal, las políticas y estándares éticos de una comunidad artística nacida tras varias décadas de depresión económica y los efectos de la pandemia en el desarrollo de la escena independiente.
Probablemente cualquiera que haya escuchado los primeros minutos de F♯A♯∞, primer LP de los canadienses Godspeed You! Black Emperor, piense que el monólogo introductorio describe algún futuro distópico y fantasioso de un mundo apocalíptico y bastante alejado de la realidad. Una serie de poéticas pero terribles declaraciones acerca de un entorno oscuro y deprimente nos muestran un mundo acabado y con poca o nula esperanza de cambiar. ¿A quién podría ocurrírsele que tamaña desgracia ocurra en algún lugar del primer mundo?
Bueno, lo cierto es que el texto sampleado por el colectivo musical fundado por los músicos Efrim Menuck, Mike Moya y Mauro Pezzente a mediados de los años 90 describe la penosa situación en la que se encontraba Montreal, la ciudad más grande de la provincia de Quebec, zona francesa de una Canadá abatido por conflictos políticos asociados a movimientos separatistas, depresiones económicas y otras situaciones que no compete a este medio abordar.
En ese contexto es que bandas como los antes mencionados Godspeed You! Black Emperor, entre otros, son claves para la formación de una comunidad de artistas interesados en la construcción de una industria inexistente, afianzada por valores completamente ajenos a los de las grandes corporaciones discográficas capitalistas. Pequeños grupos de músicos asociados a escenas de experimentación musical y de vanguardia comenzaron a reunirse en bodegas abandonadas, edificios y casonas que podían arrendar por unos pocos dólares para formar en 1997 lo que finalmente sería Constellation Records, un legendario sello musical responsable de varios discos y artistas con gran renombre en diversos escenarios de la música independiente.
Don Wilkie e Ian Ilavsky son los hombres a cargo de sostener los cimientos de Constellation. En conversación con LEROCK Magazine, Ilavsky ha expresado la importancia del trabajo comunitario del sello, el cual funciona tratando de mantenerse “lo más independiente posible”. Un objetivo que, por supuesto, se torna cada vez más difícil en un mundo que apela a la competencia descarnada y que, para peor, se ha visto profundamente afectado por una pandemia global que ha evidenciado las carencias y la precarización de las profesiones artísticas.
En ese sentido, Ilavsky ha expresado que, dentro de todo, Constellation hace “todo lo posible por apoyar al máximo a las bandas del sello, y hemos sido afortunados de estar en una posición que nos permite hacerlo”. De esta manera es que el sello canadiense ha desarrollado distintas campañas de apoyo, tanto en términos de difusión de material, como de respaldo económico, como la serie Corona Borealis Playlist o su trabajo con Bandcamp en el que el valor de todas las descargas digitales que se realicen –sean desde la página del sello o de la plataforma streaming señalada– irán directamente para ganancia de los artistas.
¿Cómo ha impactado la pandemia a las actividades del sello?
Ciertamente hemos tenido algunas cancelaciones. Bandas que tenían planificadas giras, que encabezaban festivales y cosas así. Algunos perdieron más que otros, como Fly Pan Am, por ejemplo, que lanzaron su primer disco después de quince años inactivos y que, tras dos décadas, se preparaban para volver a visitar Europa; también está Lungbutter, un trío femenino de punk rock que se incorporó recientemente al sello y que nunca había girado antes por allá y tenían planificados unos shows en Reino Unido. Creo que esas bandas han sido las más defraudadas por la pandemia. Godspeed You! Black Emperor, si mal no recuerdo, iba a visitar China o el sur de Asia en abril… pero claro, esa es una banda que puede quizás soportar este tipo de embates un poco más fácilmente.
¿Ha tenido alguna repercusión en aspectos económicos?
En términos del sello mismo, creo que hemos sido afortunados por dos razones: hemos recibido ciertos financiamientos del gobierno. Usualmente esos financiamientos se basan en usar el dinero en producciones: vamos a hacer discos, vamos a invertir en marketing, promocionar, etcétera. Pero en esta ocasión, con ese financiamiento que llegó también a varios otros sellos en Canadá, se nos dijo “no se preocupen, ahorren el dinero, gástenlo de otras maneras, no vamos a solicitarlo de vuelta ni poner otras condiciones ni pedir rendiciones”, como sí se hacía en otros tiempos. Y creo que eso fue de mucha ayuda y una aproximación muy responsable de parte del gobierno. Eso fue suficiente para ayudar a muchos artistas, tanto los que viven como los que no de la música. Tenemos muchos artistas que trabajan en bares, en lugares que ahora están cerrados y que son su sustento para vivir. Y ha habido varios programas de gobierno destinados a ayudar a esos espacios y a la gente que trabaja en ellos. Hay gente recibiendo 2 mil dólares (aproximadamente 1,1 millones de pesos) mensuales para gastos básicos hasta marzo de 2021.
Pese a todo, bandas que son consideradas como “clásicos” en el catálogo (Godspeed You! Black Emperor, Colin Stetson, Do Make Say Think), continúan con la misma magnitud de ventas. Las tiendas están recibiendo un descuento de nuestra parte por distribución y también por apoyo en pandemia. Lift Yr. Skinny Fists… de Godspeed cumplió 20 años y se ha vendido mucho, junto a otros títulos de esa categoría. Ha sido bastante variado.
Es de suponer que los que la han pasado más difícil son los artistas y bandas nuevas.Absolutamente, como siempre. Pero, ¿sabes?, creo que es también una oportunidad de apelar a la “consciencia de los consumidores” durante este tiempo. La sabiduría popular estos últimos 20 años decía que la gente ya no necesitaba gastar dinero para consumir discos, ¿cierto? Se tiene acceso a servicios de streaming por diez dólares al mes, pero al mismo tiempo, el costo de los tickets para ir a shows, especialmente en Norteamérica y Europa, se ha incrementado mucho. Pero la gente va, y gasta ese dinero en ir a conciertos o, aún más, a festivales enormes a ver a Arcade Fire o bandas así. Estos eventos masivos, espectaculares que cuestan cientos de dólares… pero nosotros mantenemos nuestra filosofía de mantener los discos lo más accesibles posible, mientras al mismo tiempo los hacemos bien. Y nuestras bandas continúan tratando de mantener el costo de sus entradas lo más económicas posible. Y ahora que la gente está ahorrando el dinero no yendo a shows ni eventos, estamos intentando valorar las descargas y el streaming. Ahí es donde creo que Bandcamp ha sido increíble. Sus políticas de negocios son muy buenas y no son como Spotify tratando de hacer un mercado de miles de millones de avalúos con cientos de stakeholders. Así que me parece que pagar siete, ocho o nueve dólares por una descarga de un disco es una forma bastante buena de respaldar la música, obteniendo a cambio una buena calidad de sonido. Y esos nueve dólares por la descarga de un disco… quiero decir, tenemos bandas en el sello que pueden apenas hacer 15 dólares al año por el streaming de Spotify. Así que en verdad no son sólo las bandas más nuevas las que están complicadas, sino que también aquellas más vanguardistas que no están haciendo sencillos poperos. El streaming es un desastre para los artistas experimentales. Creo que Bandcamp merece un aplauso por la forma en que se han manejado con los artistas durante la pandemia.
Constellation Records fue formado a finales de los 90. ¿Has visto un cambio en la forma en que se lleva un sello independiente en todos estos años?
Bueno, 20 años es un periodo largo en esta industria. Constellation se inició en 1997 y coincidió más o menos con los inicios de Napster y este tipo de plataformas de descarga “ilegales” de música. Los grandes sellos lo veían como una amenaza para su modelo de negocios. El conflicto con Metallica y otros artistas, ya sabes, desencadenó una persecución a estas plataformas. Pero para los sellos independientes –especialmente aquellos que hacían música más experimental–, fue un buen tiempo. La gente estaba compartiendo, no sólo su música, sino que toda clase de sonidos diferentes y oscuros. Y de repente tenías todo este tipo de fans del post-rock, la electrónica y estos híbridos que podían escuchar a Stockhausen, pero también free jazz y cosas más rebuscadas. Las sensibilidades estéticas de las personas comenzaron a abrirse de maneras sorprendentes, tanto para los fans como los mismos músicos y este descubrimiento impulsó una pasión por la música experimental y de vanguardia. Los sellos independientes estaban haciendo más CD que podían vender en tiendas independientes por 15 dólares, en vez de los 35 o 30 dólares que exigían los sellos grandes. Las compañías mayores estaban lucrando masivamente con los CD en esa época, ya sabes, la “nueva tecnología”. Empezaron a relanzar discos viejos, remasterizar, etcétera, álbumes viejos, discos clásicos en CD, dejando de lado los vinilos.
Los sellos que sobrevivieron a eso ahora tienen que producir todo en vinilo y el vinilo es algo más complejo para los independientes: usan más espacio y, cuando tienen que pagar los envíos para traerlos a producción, es más caro. El vinilo no es retornable… el CD sí. Nosotros siempre permitimos que los CD puedan volver si no se venden. No podemos hacer lo mismo con los vinilos porque son muy caros de hacer y, por esta razón, las tiendas son más cuidadosas sobre cuántos vinilos van a comprar. Entonces tienes a los grandes sellos poniendo toda su mierda también, rehaciendo todos sus discos en vinilo y poniéndolos en todas partes para los “coleccionistas”, después de que habían sido los sellos independientes quienes habían mantenido vivo el vinilo durante todos estos años.
Cuando se habla de sellos independientes… ¿qué consideras tú que es ser un sello independiente hoy en día?
Hay muchos sellos independientes grandes que han logrado mantenerse a flote, como Jagjaguwar o Dead Oceans, que, si bien son independientes y trabajan con artistas experimentales, se han enfocado en músicos con una personalidad fuerte y una estética que les permite sobrevivir bajo las lógicas del streaming: siguen ciertas tendencias, ciertas estéticas. No sé, tienes ejemplos como Sharon Van Etten o Phoebe Bridgers… y estoy convencido de que ellos hacen buena música, muy auténtica y todo… pero sigue siendo pop encapsulado en lo que la música “indie” significa hoy en día. Quiero decir, hoy en día el término “indie” es prácticamente un género musical en vez de una forma de hacer negocios, ¿cierto? Yo respeto el hecho de que esos sellos se mantengan independientes, no son parte del conglomerado transnacional, pero esos límites entre distribución mayor e independiente se han vuelto difusos hace ya bastante. Quizás recuerdes que, incluso en la época en que Constellation inició, sellos como Sub Pop o Matador hicieron tratos con Universal Music para amplificar sus logros y después de unos años estuvieron retractándose un poco de esos contratos. De todas maneras, creo que no se debe exagerar en cuanto a qué tan puros los sellos independientes deben ser, pero a nosotros nos interesa mantenernos lo más puros posible, desde un punto de vista estructural, económico y filosófico.
Entonces, ¿crees que ha cambiado mucho…?
Quizás el cambio más grande que he visto es que entre los melómanos y los consumidores de música hay cada vez menos consciencia de las diferencias entre las bandas y sus políticas: de dónde vienen, a qué comunidad pertenecen, qué tipo de modelos de negocios utilizan. Todo ese conocimiento ha sido aplanado por el internet, y Pitchfork es responsable, los medios de comunicación son responsables… porque presentan todo como un único producto homogéneo. Y ahí es donde yo veo un desafío porque en todas las otras áreas de la vida es sabido que ha habido una concientización, desde la alimentación, el deporte, la economía, lo que quieras. En todo ello las personas saben cuáles son las políticas detrás de eso, pero en la música creo que se ha perdido. Entonces viene el cuestionamiento de si realmente quiero auto promocionar Constellation y hablar de quiénes somos, qué hacemos y cómo lo hacemos. A mí todo eso me da la sensación de branding ¿no?, que también es un poco trágico. Cualquier intento de resaltar todo lo que haces se transforma en una estrategia más, especialmente cuando hay tantas compañías que lo hacen y están llenas de mierda. Compañías de auto se pavonean sobre qué tan ecológicas son, o las empresas de alimentos que dicen que trabajan con granjas locales para hacer sus hamburguesas, lo que es ridículo. Así que cuando ves todo eso sólo quieres mantener la cabeza abajo y encontrar tu pequeña audiencia y aferrarte a ella. Y eso es lo que hemos estado haciendo durante 20 años.
Vendemos muchos menos discos de lo que acostumbrábamos. Tanto las bandas más grandes como las más pequeñas venden menos. Tienes que enfocarte en lo que puedes controlar y nuestra elección siempre ha sido no perseguir las tendencias comerciales. En nuestro caso, creo que tenemos la fortuna de vivir en Canadá. Durante años no recibimos fondos del gobierno y estábamos orgullosos de poder hacer esto por nuestra cuenta como un negocio con las prácticas económicas éticas en que creíamos. Pero lo cierto es que por 2006 y 2007 nos dimos cuenta de que debíamos, o cerrar, o cambiar nuestra forma de hacer las cosas, y había caminos que nunca hubiésemos querido tomar y otros que definitivamente nunca íbamos siquiera a pisar. Pero vimos que también había otros sellos en Canadá como nosotros que estaban aceptando estas ayudas y decidimos que era el menor de los males que podíamos aceptar. Yo creo en pagar impuestos y creo que los gobiernos deben ayudar a los artistas. Así que al final del día, ¿por qué no íbamos a aceptar estas ayudas si nos iban a librar de otras cosas como poner nuestra música en comerciales o echar a ciertos artistas y firmar sólo con aquellos que producen ventas reales? Esa ha sido la forma de mantener las cosas reales para nosotros.
¿Consideras que Constellation es un sello independiente grande?
No. Definitivamente no. Es agradable ver que después de todos estos años Constellation significa algo para mucha gente y tiene una reputación de calidad musical e incluso, una reputación de presencia ética en la industria… pero en términos de ventas, tanto en formatos físicos como digitales, o streaming… en el mejor de los casos podríamos ser un sello de tamaño medio. Lo que es perfecto para nosotros, por cierto. Honestamente es todo lo que nos interesa. Constellation nunca, pero nunca ha estado cerca de ser algo como Merge o Sub Pop o Matador. Ni remotamente. Nuestra banda con más ventas, en todos estos años, es Godspeed y está muy lejos de haber vendido lo que Pavement, por ejemplo. No hay comparación. Y está bien porque nosotros no hemos invertido prácticamente nada en marketing o promoción de esos discos. Y esa es la elección de la banda. Bueno, a nosotros tampoco nos gusta mucho invertir en esa área de todas maneras. Y una banda como Godspeed lo ha hecho bastante bien en términos de venta si consideramos que no estamos lanzando doscientos mil dólares por la ventana para marketing, es todo boca a boca. El costo es bastante bajo. Incluso la inversión en estudios es bastante baja. Muchos de los artistas del sello tienen sus propios estudios de grabación. Una banda como Godspeed puede grabar su disco por 10 mil dólares (5,5 millones de pesos), ¿ves? No por 50 mil, ni 100 mil dólares, entonces cada uno en el sello participa de este intento de mantener nuestra economía accesible. Así que cada venta contribuye a la mejora del sello y de las bandas y con la mayoría de los artistas del sello tenemos un trato de 50 y 50. Con Godspeed es 60 y 40, porque llevan con nosotros mucho tiempo y son nueve personas. Así que por estos días yo diría que incluso somos un sello pequeño.
Lo has mencionado muchas veces y queda bastante claro que los artistas en Constellation comparten ciertas maneras de pensar y hacer las cosas. ¿Cómo se fundan los pilares políticos del sello?
Creo que es la manera en que el sello comienza. En los inicios éramos todos parte de una comunidad en Montreal en la que creíamos fuertemente en el concepto del DIY (“do it yourself”, traducido como “hazlo tú mismo”). En ese tiempo todos teníamos trabajos mal remunerados en una ciudad que estaba económicamente deprimida. Las políticas separatistas de esa época habían distribuido gran parte del capital afuera de la ciudad, especialmente hacia Toronto. Y en esos tiempos uno podía arrendar espacios, habitaciones, casas, por prácticamente nada. Así que todos vivíamos en estos lugares asombrosos para hacer arte, música y ruido por muy poco dinero. Sin embargo, tampoco había trabajo y, definitivamente, tampoco había industria… especialmente para la música que nosotros hacíamos. Todo esto se dio también con el auge de los movimientos anti globalización y nosotros estábamos bastante metidos en eso. Claramente había algunos más activistas que otros, así que cuando Constellation inició, se transformó en nuestra estructura anti sistémica, una delimitación de nuestro trabajo, y queríamos que el sello respondiera a eso. Todas las bandas que estuvieron con el sello desde su inicio estaban motivadas y orientadas a esa postura y compartían la manera en que queríamos que el sello dirigiera sus políticas económicas y éticas. Todo esto se dio de forma muy natural, ¿sabes? Simplemente nos encontramos entre todos y ni siquiera teníamos que hablar de estas cosas. Si alguien tenía interés de pertenecer al sello, ellos sabían cuáles eran nuestras posturas y formas de trabajar. No somos la clase de sello que te va a lanzar al estrellato como artista, sólo somos el sello que va a hacer un paquete realmente bonito para tu disco, vamos a lanzarte, tenemos un mecanismo realmente sólido de distribución; no somos una compañía de desarrollo artístico. Nunca hemos tenido un artista que se vaya del sello para uno más grande. Siempre que alguien decide salir de Constellation es porque prefiere hacer las cosas por su cuenta y nuestra postura es “OK, si eso es lo que necesitas, genial”. Nuestra pequeña comunidad generalmente reafirma o refuerza lo que hacemos.
¿Consideras que las escenas musicales deben regirse por algún tipo de discurso? Tener algo que decir frente a la sociedad o el sistema.
Creo que es una buena pregunta, pero no lo creo. Quiero decir, no creo que la música en sí misma debe ser política. Claro, ciertamente hay bandas que lanzan álbumes directamente políticos y nos encantan por eso. Godspeed, por ejemplo, construye sus discos instrumentales con toda esta atmósfera, field recordings, y esta estructura como de soundtrack de películas imaginarias, que es lo que en el fondo engancha a sus fans. Y es muy político, pero no en un sentido cliché. Nos interesan las sensibilidades políticas de los artistas, su acercamiento a la industria, la forma en que hacen marketing o en que se promocionan. Nosotros como sello, en todos estos años, nunca hemos usado música de alguna de nuestras bandas en un comercial. Los artistas están de acuerdo con nuestra política de jamás realizar music placement en avisos comerciales. Así que la música puede ser de cualquier tipo. Sí pienso que nos gusta lanzar música antisistema desde una perspectiva estética, que va contra la categorización de los géneros. Nuestra música habla por sí sola, usualmente son discos largos, requieren mucha atención, no son cosas que necesariamente van a atraparte a la primera escucha, no funciona con el clickbait.
El post-rock, como subgénero, ha tenido un crecimiento bastante particular estos últimos años. Incluso se han desarrollado bastantes festivales a nivel mundial como el Dunk!Fest, ArcTangent o Post Festival. Y desde Constellation han surgido varios proyectos emblemáticos de esta escena (GY!BE, Silver Mt. Zion, Do Make Say Think, etc). ¿A qué crees tú que se debe esto?
Es una pregunta interesante. Honestamente siempre me impresiona que el “post-rock” como una especie de género o categoría o movimiento tenga estas muy específicas escenas en, no sé, Corea del Sur o Taiwán o Sudamérica… y en verdad, no me había dado cuenta de eso hasta hace poco. Empecé a notarlo cuando salieron unos libros dedicados al tema hace unos años donde me entrevistaron. Sinceramente quedé asombrado. Sabía que existían ciertas bandas emblemáticas y, no sé, es irónico. Yo no creo que Constellation sea un sello de post-rock. La mayoría de la música que hemos lanzado estos últimos 15 o diez años no es post-rock. Es algo tan amplio… si vamos a sus orígenes, no sé, en los 90s tenías bandas como Tortoise o Godspeed, como ya hemos visto… pero los periodistas incluso calificaron a Stereolab como post-rock en algún momento y, si remontamos unos años, las bandas de krautrock son apuntadas como las responsables de este sonido y cuando tomamos todo eso, tenemos algo tan amplio. Si a eso añades sonidos como el drone, música de meditación, incluso aspectos del free jazz, son todas influencias. Si todo eso significa post-rock, estoy feliz de seguir usando el término. Nosotros lanzamos música con un fuerte contenido teórico, académico, pero también música electroacústica, con instrumentos acústicos que mezclan elementos electrónicos, síntesis modulares, composiciones modernas que no tienen que ver con la academia. Nos gusta cuando la gente se interesa en lo sofisticado viniendo de bandas de punk-rock. Nos gusta cuando eso suena sucio. Y, como se puede ver en nuestro catálogo, nos gustan los artistas que mezclan músicas tradicionales con sonidos electrónicos, o jazz, o cosas así, la mezcla de elementos culturales. Ya sabes, artistas como Sandro Perri, Eric Chenaux, Elfin Saddle, Jerusalem In My Heart, etc. Así que cuando llegamos al concepto de “post-rock”, con bandas como Godspeed, Mono o Explosions In The Sky… es genial, me encantan esas bandas, y si hay artistas detrás de esa música que comparten una manera ética de trabajar, de formar esta industria, mantenerse independientes, realmente independientes… quiero decir, Temporary Residence Ltd. es un sello asombroso con toda su filosofía y políticas detrás.
¿Por qué mantener vivo Constellation Records?
Bueno, definitivamente ha habido períodos de tiempo en los que nos hemos preguntado si realmente queremos seguir haciendo esto. No porque no tengamos pasión por la música que lanzamos o las relaciones con los artistas o la comunidad que ayudamos, sino que por el camino que la industria ha tomado. Y también, ¿sabes?, ha habido tiempos en los que me pregunto si debería hacer otra cosa con mi tiempo. Algo más directo. Pero tratamos de hacer ambos. Cuando no estamos trabajando en la música, tratamos de apoyar a las personas que están haciendo un trabajo político real. Promocionándolos, difundiendo sus mensajes, haciendo donaciones, respaldando organizaciones antisistémicas, luchando por las políticas que apoyamos y que están poco representadas.
Creo que aún disfruto del desafío de mantener a flote nuestras inspiraciones y políticas en un contexto que hace todo lo posible por hundirnos y complicar la posibilidad de conectar la música y la gente. Pero, al final del día, todo se trata del underground. Todo. Incluso hace 20 años se trataba acerca de gente que estaba excavando profundo y gente, fans y músicos, que se impulsaban a descubrir más. La forma en que se descubre ahora es mucho más fácil. Ya no tienes que cranearte pensando en cómo obtener la fotocopia de la revista musical independiente. Todo está en internet. Y claro, de alguna manera también está la sensación de que eso le quita un poco el misterio que, al menos yo, recuerdo haber disfrutado al explorar y buscar nuevos sonidos. Pero es justo decir que también, a menos que vivieras en la ciudad, era mucho más difícil acceder a cualquier tipo de información. Hay pros y contras en esto. Quizás haya más pros, porque no importa dónde estés –siempre que tengas internet–, puedes acceder a la música. Y también, nunca fue más fácil hacer música.
¿Muy diferente a los 90s?
Las tecnologías de grabación son mucho más accesibles y eso fue algo que favoreció el nacimiento de Constellation. Los estudios grandes se empezaron a deshacer de sus máquinas de cintas y empezaron a comprar los primeros grabadores digitales. Nosotros empezamos a comprar esas máquinas por un par de dólares y a reacondicionarlas y así es como grabamos nuestros primeros discos. Una calidad de sonido increíble. Máquinas que en sus días costaban, no sé, 50 mil dólares, las estaban tirando a la basura. Y el desarrollo de softwares caseros es también una especie de utopía marxista que siempre quisimos ver. La gente ya no está esclavizada trabajando y pueden usar más tiempo desarrollando una estética artística, sensibilidad social, empatía, creatividad; lo que hay que seguir trabajando es esta ambigüedad entre el individualismo radical y la competencia, versus la solidaridad y el trabajo comunitario. Hay que aferrarse a la promesa de que la creación artística puede conservar ese ideal utópico de colaboracionismo y no alimentar el individualismo capitalista, ya sabes “mi carrera, mi equipo”, etcétera, porque es precisamente eso lo que ha prevalecido en nuestras economías, nuestra sociedad. Eso es lo que realmente hace que me levante cada mañana y quiera seguir haciendo esto.
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