21 | 02 | 2022 por Jorge Cortés
364 días, para ser exactos, se demoraron los ingleses de BC, NR en lanzar su segundo larga duración “Ants From Up There”, un disco que a diferencia del primero, se carga más a lo melódico y armonioso, con frases sencillas de cantar o recordar.
¿A qué suena? La verdad es que es un cúmulo de influencias de bandas como Fanfarlo, Beirut, Efterklang, Arcade Fire y esa introvertida sensibilidad que alguna vez cultivó Sigur Ros. Dentro del disco hay canciones que tienen una estructura bien definida que permiten, incluso, tomar ese momento del movimiento de vaivén de un vals y dejarse mecer. También hay temas que tienen una forma más experimental que hacen el recorrido largo a propósito y que son una excelente travesía disfrutable.
“Ants from Up There” está compuesto por diez conmovedoras piezas que presumen complejos arreglos instrumentales capaces de entretejer los diferentes timbres de cada instrumento y hacer que todo se escuche sencillo al oído de todo auditor. El disco empieza luego de una breve introducción instrumental, presentando “Chaos Space Marine”, una canción que comienza a mostrar arreglos de contrapunto entre los instrumentos de líneas melódicas rápidas que hacen que el track nunca pierda el ímpetu. Se puede escuchar la voz dramática de Isaac Wood cantando “So im leaving these body and I never coming home again” y la verdad es que sí recuerda a su colega de Arcade Fire hasta cierto punto.
Lo que sigue es el single que tuvo un peculiar videoclip que hace referencia al título del disco. Una simpática narrativa visual que interpreta la letra de “Concorde”, una canción que perfectamente puede ser coreada por todos sus seguidores. Nuevamente aparecen las ventajas tímbricas de tener varios instrumentos distintos fuera de los que ya tiene toda banda. El saxo, la voz e incluso una mandolina, hacen de la línea melódica central una dulce prueba de que las cosas funcionan bien cuando los integrantes acuerdan que características resaltar.
Por su parte, “Bread Song” es un tema que recuerda que esta banda es de Inglaterra y que su gente sabe perfectamente cómo tratar la melancolía. Los primeros arpegios acompañados de la voz, hacen que el cuerpo del oyente sea recorrido por una tremenda contemplación con un bello fondo opaco que se va volviendo colorido a medida que avanza la canción. Una composición hermosa tanto en sus partes vocales como instrumentales.
Las alegres sensaciones retornan con “Good Will Hunting”, una canción que tiene un inteligente cambio de ritmo en sus primeras secciones y que además tiene la letra más extensa de toda la producción. A continuación, “Haldern” es un sueño. Una canción que cuenta con uno de los arreglos de piano más lindos de todas las pistas. Es un tema cuya sensación rítmica imita un susurro que siempre vuelve. La batería y el bajo hacen de ese susurro recurrente una pasta sonora que genera la expectativa de retorno, mientras el saxofón y el violín forman repeticiones que se acercan al minimalismo, dotando al track de una maravillosa atmósfera.
Luego del diálogo impresionista entre un saxo y un piano, llamado “Mark’s Theme”, le sigue uno de los puntos altos del disco, “The Place Where He Inserted The Blade”, track que comienza con un piano que perfectamente podría estar en cualquier obra del romanticismo. El tema se desarrolla como un coqueto baile de compás binario para danzar a solas o con la sombra. Lejos por lo que más resalta es por la genial interpretación vocal de Isaac Wood. Su voz llena de temblores, falsetes y emotividad visceral, es la de un borracho ebrio de nostalgia llorando alguna tortura sentimental estancada tanto tiempo en él que se ha convertido en tumor.
El penúltimo track “Snow Globes”, también abriga cierta melancolía inglesa que está bellamente enmascarada por los timbres y notas largas del saxo y el violín. La batería aporta con los elementos rítmicos necesarios para creer que la banda quiere dibujar un paisaje sonoro de pleno invierno, aunque también pareciera ser que en cierta sección se está ante un ejemplar solo de jazz. La canción transcurre en gran parte de su extensión sólo con la voz, un órgano electrónico y los intervalos de un guitarra haciendo repetidas figuras cortas como elementos sonoros constantes. Para el final, el tema más largo, “Basketball Shoes” es una canción con tres secciones que perfectamente puede ser de esas canciones collage hechas con trocitos de distintas ideas. La primera sección es un agradable y tranquilo tema que se extiende hasta el minuto y medio para dar paso a la siguiente sección que toma toda la velocidad y el vértigo de la banda. Se desarrolla a lo largo de cuatro posturas acordes de guitarra en los cuales la agrupación hace un juego de texturas e intensidades que casi caen en el frenesí gracias a la voz. Luego de eso viene la sección final a modo de himno, donde la guitarra, el bajo y la batería empujan con fuerza el coro grupal que se genera. Un final épico para un disco gigante.
“Ants From Up There” hasta ahora está siendo aclamado por parte de la crítica y también generando noticia por la repentina salida de su vocalista, Isaac Wood. Una lástima ya que aporta y construye emotividad con una voz gruesa que, aunque no lo crean, es capaz de dormir a gigantes. Al menos se tiene la certeza de que Wood puso hasta la última gota de su alma en la producción, aun así, su ausencia se sentirá. De todas formas, con un disco tan grande es difícil que se cierren todas las puertas de retorno.