26 | 08 | 2022 por Jorge Cortes
El trio de Chicago arremete contra los oídos con su nuevo álbum “Gnosis”, un ejército sonoro de aura oscura que esconde un mensaje para aquellos capaces de llegar al final.
Temprano en la mañana del 19 de agosto, los seguidores de Russian Circles se desayunaron con el último disco de la banda, el cual ya podía ser escuchado completamente. Esta producción es la octava en su catálogo y la quinta con el mítico sello que tanto ha entregado al mundo de la música alternativa, Sargent House.
A grandes rasgos, Gnosis es un río visceral de negrura mensurada a punta de riffs y ritmos cargados de distorsión que a más de algún chascón logrará hacer cabecear con sus siete tracks. La potencia furiosa del disco es una virtud que es perfectamente bien conducida por la banda, sin embargo, esa misma virtud que puede atraer a los oyentes más adeptos al género, es la misma que puede alejar a personas que recién entran al estilo, ya que de alguna forma el sonido puede parecer ligeramente monótono o incluso sonoramente redundante dependiendo del gusto.
Gnosis abre con "Tupilak", un gancho al mentón dirigido por tremendas distorsiones capaz de dejar knockout a cualquier persona que lo escucha. Esta pista marca de alguna manera la pauta que tendrán las canciones en base a este mismo estilo, que son al menos cuatro de todo el disco. A continuación, y aprovechando el impulso, aparece "Conduit" entretejida entre riffs que se sostienen en el tiempo con figuras de corta duración acompañadas de un demoledor doble pedal con la capacidad de anestesiar cualquier otro pensamiento en mente de oyente.
La canción que comparte el nombre del disco aparece en la pista número tres. "Gnosis" resalta la diferencia respecto a los temas anteriores ya que a simple escucha parece ser más calmada, lo cual se agradece luego de semejante asedio anterior, sin embargo, sigue manteniendo esa atmósfera oscura que envuelve al disco. Es una canción que en su parte final logra adicionar bien los elementos potentes de sus antecesoras. Por el momento es la única canción del disco que cuenta con un videoclip, que por cierto es una brillante producción, grabado con tomas macro y combinándolo con cámaras de diferentes velocidades que configuran un relato audiovisual difícil de olvidar, que logra ser atrayente y quizás hasta adictivo. Una interpretación vislumbrada de cómo en millones de años de evolución, la humanidad emprende un recorrido que comienza con pequeños organismos unicelulares hasta, quizás, ser solamente pixeles de una imagen futurista infinita programada en código binario.
"Vlastimil" rompe la reflexión enarbolando compases rápidos y agresivos, manteniendo el ímpetu de las primeras dos canciones, es aquí donde quizás la potencia se vuelve un poco repetitiva en un comienzo, afortunadamente las guitarras dobladas que aparecen en los minutos finales logran dar un aire de refresco. Antes de llegar a las dos últimas piezas del álbum, aparece "Ó Branoáin" un misterioso intermedio que sirve para darle un descanso de casi un minuto a los tímpanos agotados de tanta distorsión, pero cuando la calma recién se está procesando, aparece el penúltimo track del disco, "Betrayal", que hace olvidar toda calma. Se recomienda bajar el volumen al comienzo y abstenerse de consumir líquidos cerca de la máquina que reproduce la música ya que el contrastante es bastante fuerte y puede hacer saltar de sorpresa a más de alguno que por estar tomándose un bebestible termine derramándolo sobre el reproductor, como le pasó al escritor de esta columna.
El álbum llega a su fin con la pieza más distinta de todo el disco, "Bloom". Quizás se pueda llegar a decir que esta pista no comparte el alma del resto de las canciones, incluso es tentador y sencillo pensarlo de esa forma, pero se estaría soslayando el contexto y todas las pistas que nos indican que esta canción es el cierre perfecto. Primero hay que pensar en el concepto de la gnosis como un conocimiento espiritual que pavimenta el camino a la iluminación a la que debería llegar todo ser humano con conciencia espiritual. Sin embargo, el camino para alcanzar ese objetivo es la misma realidad que albergan todas y cada una de las emociones, sensaciones, interpretaciones y pensamientos que de alguna forma dieron vida a todo el trabajo musical de este disco. Es ahí donde entra este último track, que expone el acto de florecer del alma a través de las constantes y sufridas reflexiones anteriores, convirtiéndolas en reverberaciones ambientales que solo pueden provocar calma y quizás algo de nostalgia. Por eso es importante, por eso esta última canción es un cierre maestro a la pieza discográfica.
Gnosis de Russian Circles es un disco bien estructurado, bien pensado que sin duda gustará a los seguidores de la banda. Para las personas que no son oyentes habituales es posible que sea complicado de escuchar en un comienzo, aun así, el disco entrega mucho material ante el cual quedarse pegado por horas y esa es la gran ventaja, un disco de recursividad hipnótica que no pasa inadvertido.