07 | 02 | 2021 por Juan Pablo Ibarra
Motorama está de regreso con su reciente estreno Before the road. El pasado jueves 28 de enero, el conjunto ruso ha lanzado su nuevo disco, el que se caracteriza por sintetizar sus mejores elementos sonoros y condensar lo más clásico de su propuesta artística
La precisión de Before the road es un rasgo que destila a lo largo de toda su extensión. Precisión en términos de tiempo, contenido, y también, en la ramificación de los arreglos propios de sus siete canciones. Lo cierto, es que esta característica añade un aspecto a favor… pensemos en lo que significa podar un jardín: todas las malezas deben dar paso a las flores… eso es metafóricamente hablando este conjunto de nuevas canciones.
Pero, sin dispersarnos en tales cuestiones, esto era algo esperable, teniendo en consideración la anterior sucesión de discos de la banda y como también, la circunscripción estilística de ellos, la que en el contexto en el que estamos hablando, insiste con rigor y delicadeza, con fuerza y sutileza.
Un sonido limpio, alejado de la estridencia y la distorsión recubre por completo el nuevo disco de la agrupación rusa, quienes logran consolidar varios aspectos en su carrera y trayectoria con este álbum, como por ejemplo, la impronta de su sonido, destacar como banda en cuanto a ser desde ya referentes en lo que hacen y, por último, no sé si explícita o implícitamente, pero: el acrecentar el revival de estos géneros musicales, que existen desde hace muchos atrás, pero que en la actualidad, se están regenerando y revalorizando con un fervor y prolijidad admirables.
El disco en sí mismo inspira una tranquilidad imperturbable, aspecto que deviene segundo a segundo y, que se reinventa constantemente y además pasea por los diversos esquemas rítmicos a lo largo de sus casi treinta minutos de extensión.
Canción tras canción, podemos recordar algunos de los clásicos discos de la historia del post-punk, ya sea por la forma de la ejecución de los instrumentos, con unos arpegios de guitarra al más puro estilo de Pinks Torns Blue, o aquellas sobrias líneas de bajo que recuerdan ciertos trabajo de The Chameleons, como también la batería que convoca a personajes influyentes de esta música, como, por ejemplo, Stephen Morris. Y como no mencionar el trabajo vocal, el cual es un sello preponderante para todo lo mencionado.
Para no disgregar más el comentario sobre el disco, destaquemos lo más sobresaliente: Before the road posee una templanza única, también una uniformidad instrumental que jamás se diluye, es, además, un disco centrado en cierta identidad estética preconcebida, tiene una construcción de canciones clásica y efectiva y, por último, pareciera que todo esto nace de una misma idea y de una misma inspiración.
Y cómo no mencionar a sus canciones por sí mismas, todas destacables, por cierto, The tower, Pole star, Azure height, Voyage, Sailor’s song, Up y, Little mystery, las que conforman, en definitiva, un paisaje que hay que atravesar escuchándolo y disfrutándolo, porque no es un disco ambicioso, pero no por eso, deja de lado el encontrar su propia grandeza en lo más simple y común.