26 | 03 | 2021 _ por Jorge Cortés
La compositora porteña radicada en Berlín, habló con LeRock Magazine sobre Agua Veneno, su nuevo disco, así como el rol de la mujer en la música actual, el empoderamiento creativo y la escena experimental de Valparaíso.
La joya del pacifico es, sin duda, un reconocido nido de cultura emergente: pintores, artesanos, músicos, fotógrafos, todas las ramas artísticas tienen algún o alguna representante en el puerto que influencia y nutre un universo cultural rico en nuevos proyectos, muchos de ellos con un potencial enorme de trascendencia.
Cada cerro de la ciudad es una pequeña isla con sus propias costumbres. Hay picadas, bares, pubs, restaurantes familiares y en cada uno de ellos han pasado artistas acompañando los almuerzos o los bebestibles. Esos son los escenarios diurnos, más agradecidos, porque también están los nocturnos, en donde, a ratos, los artistas tocan en pequeños espacios con olor a cantina, orina de universitario ebrio, cerveza añeja y ron de a luca. Escenarios noctámbulos en los que al parecer solo las mesas y las sillas muestran interés y respeto por lo que acaba sonando por los parlantes.
Dentro de todo ese espectro de normalidad nebulosa en la vida de Valpo, a ratos una gema tiende a resaltar, como si se tratara de una botella con un mensaje sonoro navegando a la deriva nocturna en busca de algún oído que le permita desembarcar. Ese mensaje, éso que naufraga, esta vez lleva el nombre Marea Idria. La compositora, intérprete, productora y arquitecta sonora nacional -ahora radicada en Berlín, Alemania- presentó su segundo LP, Agua Veneno, en noviembre del 2020. Ahora, en un 2021 aún azotado por el COVID-19, habla con LeRock Magazine sobre su carrera, sus visiones sonoras y su mirada hacia el futuro.
¿Cómo parte Marea Idria?
Fue en 2015, estando en la universidad. El año anterior tocaba en un dúo llamado Oseas Martinez, pero ahí solo cantaba todo lo que estaba compuesto de antes, entonces comencé a tener la inquietud por componer música. Empecé con cosas acústicas pero no era el sonido que buscaba. Además quería hacer música sola, no depender de nadie para hacerlo. Quería un proyecto cien por ciento autónomo, aunque igual en algún momento me gustaría encontrar músicos que me acompañen en Marea.
Compones, produces, mezclas y masterizas. Son algunos de los procesos principales de la industria musical al momento de hacer música ¿Cómo entraste al mundo sonoro? ¿Tomaste clases para obtener esos conocimientos? ¿O fue un aprendizaje más autodidacta?
Es una mezcla de todo. No tengo estudios formales, ni de música ni de sonido. Aprendí de las personas con las que trabajé, mirando como lo hacían, viendo videos de YouTube y, si salían posibilidades de tomar talleres, los tomaba. Es un proceso de autoformación. En el proceso de la mezcla me demoré mucho en encontrar el sonido que a mí me gusta.
¿Cómo se comporta la escena musical de Valparaíso con la música experimental? ¿Crees que hay espacios?
Creo que Valpo es súper amigable con todos los estilos de música. Cada uno tiene sus espacios y también hay mucha apertura de las personas a escuchar música rara o distinta. Siento que la actual escena musical, que atrae más gente, es aquella que interactúa con actividades sociopolíticas, comunitarias o de autogestión. Entonces los organizadores invitan a bandas de muchos estilos distintos en donde lo experimental suele tener un espacio. Además hay un sello llamado Rata Sorda Rec, ellos constantemente están haciendo trabajos con la música experimental en El Internado de Valparaíso. Lo bueno de la ciudad es que le dan espacio a personas que están recién empezando a hacer música, como me pasó a mí. No exigen que uno sea un profesional con trayectoria, lo que piden es que colabores y apañes con los eventos. Al final es un apoyo mutuo entre los que organizan y los artistas, porque todo se hace desde la iniciativa de la autogestión e incluso de la precariedad. O sea, difícilmente te pagan por tocar. Creo que esa es la gran deuda, pero si hay otro tipo de retribuciones como contactos y generación de espacios. No creo que a una no le paguen por que no quieran pagar, es solo que todo estamos en la misma precariedad.
¿Cuál es tu mirada como mujer de una escena musical chilena más bien machista? ¿Crees que ha cambiado algo los últimos diez años?
Sí, creo que ha cambiado. No por sí sola. Creo que es reflejo y manifestación de un cambio sociocultural mucho más grande. Creo que toda la sociedad está cambiando, están surgiendo nuevos discursos, nuevas prácticas y eso se manifiesta en la escena musical. En mi experiencia, cuando empecé a tocar, me llamó la atención que siempre era la única mujer que tocaba. Pero entre el 2014 y 2020 cambió un montón, principalmente porque nosotras mismas nos dimos cuenta de eso y nos fuimos encontrando con otras mujeres porque es evidente que existen. Simplemente no nos estábamos haciendo visibles por diferentes motivos y empezamos a hablar de esto. Luego comenzamos a decir: “Toquemos más, armemos tocatas”. Y, sin premeditar, los carteles de esas tocatas estaban formados por artistas mujeres o de otras diversidades. Eso sucedió porque lo comenzamos a construir y está pasando ahora. Al menos pasaba. Cuando yo me fui de Valpo eso ya era normal. De hecho, cuando pienso en esto, los proyectos que más me gustan de Valpo o de Chile son proyectos femeninos o de otras diversidades, así que sí, siento que ahora hay más espacio para mujeres.
Pese a que el sello Medio Oriente distribuye tu segundo LP, tienes gran parte del control de tu arte. ¿Qué se siente? ¿Es muy estresante?
Bueno, es bastante trabajo (ríe). Con Medio Oriente tenemos una asociación más colaborativa desde que ellos quisieron editar mi primer disco, Interna, en formato físico. Ellos lo editaron en cassette, así que cuando saqué mi segundo disco, Agua Veneno, les pedí que lo lanzaran en su catálogo, lo que significaba subirlo a bandcamp y a youtube. Fuera de eso, yo me doy el tiempo de subirlo a otras plataformas y es bastante trabajo, pero me gusta tener el control creativo y el de distribución. Me gusta poder hacer lo que yo quiera. Pero quizás es porque se ha dado así. Quizás sí un sello me ofreciera hacerlo, yo diría que sí, para no tener que darme ese trabajo también además de todo lo que ya hago. Pero como eso no ha sucedido, lo debo hacer yo.
Hoy en día se podría dividir a la industria musical en dos lados que no son excluyentes. Por una parte, están los artistas que ven su música como parte de la industria del entretenimiento y otros la ven como parte de una industria cultural. ¿En qué lado te sentirías más cómoda?
Creo que me complica un poco la noción de música para el entretenimiento. No sé a qué se refiere. Siento que quizás está ligado a una mirada que denigra a una música que puede ser entretenimiento de masas. No sé cuál sería esa música. Creo que sí podría ser un producto con un público objetivo y no creo que esté mal, pero claramente no estoy dentro de ese grupo (ríe) .Creo que en este momento no podría entrar dentro del grupo del entretenimiento, yo estaría más en el lado más artístico y más cultural, si es que se le puede decir así. Pero sería feliz si sucediera que me empezara a ir mejor y mi música llegara a más personas y finalmente sería parte de otro lado, eso significa que me podría dedicar a esto exclusivamente. En ese sentido, lo veo como algo que puede ser positivo mientras pueda tener cierto control creativo y pueda seguir haciendo la música que a mí me gusta. Si se puede dar la compatibilidad de ambos lados, yo no satanizo a ninguno de los dos.
Algo muy atractivo en tu música son las letras. ¿Qué se te ocurre primero? ¿Les das el mismo tiempo de trabajo que a la música?
Sí. Para mí siempre ha sido súper importante la letra. Cuando empecé a hacer música, estaba más enfocada en la letra que en lo musical. Tenía muchas ganas de decir cosas y la música era como lo que tenía que hacer para acompañar todo eso. Progresivamente le he dado más importancia a lo musical en la medida en que he ido adquiriendo más herramientas, aprendiendo a tocar más máquinas u ocupando mejor el Ableton. Digo, ahora, cada vez entro más en el mundo de la música, pero para mí la letra sigue teniendo un rol importante. Pienso mucho lo que quiero decir en cada canción, hago un trabajo reflexivo al respecto. No escribo cualquier cosa, la pienso mucho, pienso que es lo que quiero comunicar y como lo que quiero comunicar. Que sea algo sincero.
Para mí primero viene la música. Hago parte de la música, quizás el ritmo o los acordes o melodía. Sobre eso comienzo a cantar improvisando, con esta técnica de la corriente de consciencia y voy cantando para idear la melodía vocal, pero cantando lo primero que sale e inmediatamente lo grabo. Luego reviso la grabación y no necesariamente la letra final dirá lo que dije improvisando, pero si me va dando temáticas y frases. A ratos lo que dije no es algo que quiera comunicar pero me da cuenta de ciertos procesos que están en mi mente y de los cuales quiero reflexionar.
Tengo influencias literarias, de poesía no mucho. Pero sí de novelas latinoamericanas o de ciencia ficción. Tengo una buena relación con las palabras y siento que eso ayuda a las letras de las canciones.
Tú misma construyes parte de las máquinas que ocupas para componer. ¿Cuánto del sonido de esas máquinas está en tu música?
En realidad, es una parte muy pequeña de todo lo que ocupo para tocar. Debe ser como un quince por ciento. Es más que nada para hacer ruidos. En el disco Interna las ocupe un montón porque las estaba recién conociendo. En el Bruma Futuro también las ocupé porque iban con el estilo, ambient y noise. Y ahora en el Agua Veneno era como para hacer detalles o atmósferas, elementos incidentales. Ya no las estoy ocupando en formato en vivo. Más que nada por una razón práctica, ya no puedo andar con tantas cosas y he adquirido otras máquinas más precisas. Pero me gusta ocuparlas para hacer arreglos, siento que le da un carácter y una personalidad particular a mi sonido.
Hoy estás en Berlín. ¿Quieres internacionalizar tu carrera partiendo por ahí?
Me vine a Berlín por varias razones. Tomé la decisión hace tres años, muy a largo plazo porque había que hacer varios trámites. Siento que Berlín es muy multicultural. En la casa en la que estoy vivimos siete personas y nadie es alemán. De momento no he podido salir mucho por la contingencia. Eso sí, espero que cuando pase la pandemia pueda tocar más y viajar a otros países. Por aquí es más sencillo cruzar fronteras. Eso es bueno porque podré llegar a otro público. Estando aquí ya podré, naturalmente, internacionalizarme. Actualmente no se puede tocar en vivo así que no puedo hacer mucho. Por supuesto, quiero mantener el vínculo con Latinoamérica porque es donde más gente me conoce.
¿Qué se viene para tu tercer disco? ¿Nos puedes hacer algunos spoilers?
Sí. Ya decidí cuáles van a ser las canciones. Son las que estaba componiendo antes de venirme y cuando llegué aquí. Es como una mezcla de ambas etapas. Ahora estoy grabando mucho y decidiendo los arreglos. Estoy en ese proceso, aún no comienzo a mezclar. Son diez canciones que son una mezcla de pop medio bailable, algunas oscuras, otras baladas y otras instrumentales. Estoy trabajando con mis nuevas máquinas, así que el sonido es más maquinal que el del disco anterior. Aún queda mucho por hacer, pero se está trabajando.
Fotografías por @libertha_fotografia.