14 | 03 | 2022 por Jorge Cortés
Veinticuatro minutos le bastan a JYOCHO para exponer un discurso musical suave, ágil y que deja agradables sensaciones remanentes al oído. Así suena "Let's Promise to Be Happy", su lanzamiento más reciente.
JYOCHO es una banda conocida medianamente por participar en los endings de dos animes en Japón, Shin no Nakama ja Nai to Yuusha no Party wo Oidasareta node, Henkyou de Slow Life suru Koto ni Shimashita (sí, así de largo es el nombre) y Koto ni Shimashita. Los seguidores de este tipo de animación entienden que, probablemente, a una banda que aparece en algún opening o ending de cualquier serie de anime, le sea un poquito menos difícil dar a conocer su música en el país nipón y en el resto del mundo.
El mathrock que cultiva JYOCHO es bastante amigable con el oyente nuevo al estilo, suena hasta a mathpop según algunos expertos, pero sólo por hacer un ejercicio de extensión, el redactor de esta columna ocupará el termino Soft mathrock para definir el estilo de esta banda. Aun así, pese a lo suave, no se pierde lo intrincado de la rítmica del estilo, sólo se maquilla con bellas texturas atmosféricas, una voz femenina que derrocha ternura, arreglos de flauta traversa y acordes de piano digital que suman nuevos timbres.
Es imposible hablar de JYOCHO sin hablar antes de Daijiro Nakagawa, su líder y guitarrista. Él no es nuevo en el mundo del mathrock, cabe recordar que fue parte de la extinta banda Uchu Combini, que desapareció tan rápido como apareció, dejando a muchos curiosos sorprendidos ante tan súbita decisión. Aún se escuchan muchas cosas de aquella banda en este nuevo intento de Nakagawa.
El disco está compuesto por seis canciones de duración estándar, una intro y un outro, dando el total de ocho tracks que se reparten la atención del oyente en menos de media hora. El disco comienza a rodar con “All the same”, que concentra gran parte del taping típico del mathrock que suena bien mezclado con el resto de las texturas, en especial con la voz. Esta última, a su vez, se relaciona en algunas secciones a modo de un contrapunto acompañante con la flauta traversa. Una bella melodía para empezar y recordar. Esta canción con su introducción, cubren con un manto de nostalgia todo el disco, quizás haciéndole honor al nombre “prometamos ser felices”, así como cuando se tiene la voluntad de estar mejor, aunque anímicamente no se esté del todo bien.
Para los nostálgicos de Uchu Combini aparece “Gather lights”. Canción que suena un poco más al pasado proyecto de Daijiro nakagawa, aunque le da más protagonismo a la línea melódica de la voz. Al igual que los demás tracks del disco, se siente un dejo de optimismo en la energía del álbum, por supuesto, hablando en términos generales. El juego que hace el taping de la guitarra con las tímidas notas largas airadas de la flauta traversa es muy agradable de escuchar. Como buen género cercano al math, pareciera ser que está todo bien mensurado con tal de retratar la voluntad de los creadores.
A continuación, aparece la canción más corta del disco, “Stay in circle”, que desarrolla más el timbre del piano para guiar al resto de la banda a lograr su cometido. Un tema considerablemente más suave que el resto, generando sensaciones de un paseo pausado y contemplativo. Por otro lado,“Turn into the bottle” es la canción que más resalta la voz en todo el disco. Es un tema que logra conjugar todos los timbres de manera que cada uno goce de importancia, aunque no resalten. El piano es un elemento que a pulso de notas cortas genera una ambientación idílica para apreciar. La guitarra tiene elementos sonoros de delay en reversa que siempre le agrega un toque ambiental a toda canción del género.
Lo que sigue es uno de los puntos más altos de un buen disco. “The End of sorrow” es un tema construido con hambre de exponer la velocidad de una ansiedad creativa que se expande como polen en primavera por toda la canción. La batería aporta su suave vértigo de redoble veloz para resaltar pasajes rápidos que necesitan exponer secciones sin usar tanto el volumen general o las distorsiones. La voz tiene la línea melódica más linda de toda la producción, dejando un buen recuerdo de la canción para repasarla aún cuando no se está escuchando.
Para cerrar un buen disco llegan “Measure the Dawn” y su outro. Un tema donde la voz toma el mayor protagonismo para elaborar otra línea recordable, lo cual marca una diferencia con otros proyectos de Daijiro Nakagawa que tendían a construir elaboradas líneas de guitarra. Esta vez se carga a componer frases de voz pensadas para que se queden pegadas en el oído de todos. Un tema que tiene una amigable progresión de acordes expuestas en arpegios y con pasajes de flauta traversa que se mueven entre notas largas y sus bellas florituras.
JYOCHO se anota con un buen disco para comenzar un año que, ojalá, esté cargado de buenas noticias y conciertos para la banda. Una producción ambiciosa en la conjugación de los elementos sonoros que la componen y que habla muy bien de la madurez artística alcanzada por su joven líder.